Venenos - Lección 3: Venenos vegetales (1)

VENENOS - MEDICINA PARA ESCRITORES (II)
por Osvaldo Reyes
➤ Lección 1: Principios básicos
➤ Lección 2:
Venenos microbiológicos
➤ Lección 3:
Venenos vegetales (1)
➤ Lección 4:
Venenos vegetales (2)
➤ Lección 5:
Venenos vegetales (3)
➤ Lección 6:
Venenos animales (1)
➤ Lección 7:
Venenos animales (2)
➤ Lección 8:
Venenos animales (3)
➤ Lección 9:
Venenos químicos (1)
➤ Lección 10:
Venenos químicos (2)
➤ Lección 11:
Venenos químicos (3)
➤ Lección 12:
Venenos poco comunes


Lección 1:
Venenos vegetales (1) 
por Osvaldo Reyes
"Se tiene la impresión que todo lo natural es bueno.
La estricnina es natural."
Isaac Asimov
 
No hay duda de que la máxima representante del uso de venenos en la literatura fue Agatha Christie. En su primer libro El misterioso caso de Styles nos encontramos con la siguiente descripción:
Un grito ahogado proveniente de la cama me sobresaltó. Un nuevo episodio de dolor atacó a la desafortunada viejecita. Las convulsiones eran de una violencia terrible. Todo era confusión. Nos agrupamos a su alrededor, incapaces de ayudarla. Una convulsión final la levantó de la cama. Su cabeza y tobillos parecían sostener el cuerpo, arqueado de esta manera extraordinaria.

Pocos minutos después la pobre señora Inglethorp sucumbe al veneno que corría por sus venas. Una dosis masiva de estricnina administrada de una manera tan inteligente que el libro fue analizado en 1978 en The Pharmaceutical Journal, la revista de la Sociedad de Farmaceutas del Reino Unido. El autor del artículo describió El misterioso caso de Styles como “una novela que tiene el raro mérito de estar escrita correctamente” y sugirió que la autora tenía algún entrenamiento farmacéutico o le pidió ayuda a algún experto. Años después (1992) otros autores volvieron a analizar el libro en un artículo académico publicado en el Journal of Chemical Education y opinaron que el texto era apropiado para estudiantes de química.

Si leyeron el artículo previo que llamé “Venenos microbiológicos”, puede ser que hayan sentido que estábamos describiendo un envenenamiento con Clostridium tetani y no estarían equivocados ya que la toxina tetánica actúa de una manera muy similar a la estricnina, el veneno usado por el asesino en la casa Styles. Es un alcaloide muy amargo que se extrae de las semillas del Strychnos nux-vomica o nuez vómica, una planta proveniente del sudeste asiático. Por mucho tiempo se consideró que podía tener un efecto medicinal y se agregaba en productos de todo tipo. Su sabor amargo, se decía, podía aumentar el apetito y en tónicos servía para estimular el sistema nervioso. Estos medicamentos tenían dosis muy bajas de estricnina, ya que a dosis mayores era letal, razón por la que también era usado como pesticida y mata ratas. El verdadero peligro radica en que el rango terapéutico-letal es bastante estrecho y, ya que el veneno se puede absorber por vía respiratoria o por contacto con la piel, pasarse de la dosis era un accidente muy probable.

El veneno se une a los receptores de glicina en las neuronas motoras. La glicina es un aminoácido que modera la acción del neurotransmisor acetilcolina. Si la glicina no puede actuar, la acetilcolina sobre estimula el sistema nervioso, provocando elevación de la presión arterial, contracturas musculares incontrolables, convulsiones y la muerte por asfixia, al impedir el funcionamiento de los músculos respiratorios.

Hay venenos de origen vegetal que son más fáciles de conseguir que otros. De las semillas del Ricinus communis (ricino o higuerilla) se pueden extraer varios productos. Uno de los más conocidos es el aceite de castor, que se utiliza en la elaboración de perfumes, tintes, jabones y como excipiente en algunos medicamentos para prevenir los partos prematuros. Es una prueba de la dualidad de la Madre Naturaleza que del mismo sitio se puede obtener una de las toxinas más potentes del mundo, la ricina. En 1978 el disidente búlgaro Georgi Merkov murió pocos días después de recibir un disparo en la pierna con un perdigón lleno de ricina. Si piensan que este asesinato fue exótico, lamento decirles que nada más lejos de la realidad, ya que la higuerilla se puede encontrar como planta ornamental en cualquier casa y se considera maleza invasora en áreas tropicales y sub-tropicales. El polvo de las semillas puede procesarse de varias maneras y tener diferentes colores, pero es más tóxica inhalada que ingerida. Se une a las paredes de las células y provoca la muerte celular. Si se inhala, los pulmones empiezan a fallar en menos de 10 horas, se desarrolla edema pulmonar, hipotensión y la muerte. Ingerido, provoca diarreas sanguinolentas, vómitos, caída de la presión arterial y falla hepática y renal en menos de tres días.

Por otro lado, si quieren algo de verdad extravagante, pueden usar el haba de Calabar, semilla de una planta de origen africano. Las semillas de esta planta contienen varios alcaloides, uno de los cuales se conoce como fisostigmina o eserina, cuyos efectos son contrarios a los de la atropina. Es un inhibidor de la enzima acetilcolinesterasa, lo que impide la eliminación de la acetilcolina de la unión nerviosa. Su efecto se manifiesta como salivación excesiva, convulsiones y pérdida del control sobre el sistema respiratorio, lo que lleva a la muerte por asfixia. En un libro sonará exótico, pero en Calabar (Nigeria) las semillas son usadas como herramienta para administrar justicia. Si alguien es acusado de brujería, se le da de comer estas semillas. Si la persona muere, es culpable. Si sobrevive, inocente. Además, es usado en un juego mortal donde, tras partir una semilla por la mitad, dos adversarios se comen una de las partes, cantidad más que suficiente para matar a una persona, razón por las que, a veces, los dos mueren (y pierden a la vez).

Estos son solo algunos de los ejemplos de venenos de origen vegetal que se pueden encontrar en sus lecturas (y en el mundo real, dependiendo de en qué lado de la ley se encuentren). Sin embargo, hay demasiadas plantas con potencial en el mundo para dedicarles solo una lección. Regresaremos con una segunda parte para exprimirles el jugo (y estoy siendo literal).


 
 
Osvaldo Reyes (Panamá, 1971)
estudió medicina en la Universidad de Panamá y luego se especializó en Ginecología y Obstetricia en la Maternidad María Cantera de Remón. Actualmente labora como médico especialista en la Maternidad del Hospital Santo Tomás, donde también ejerce funciones como Coordinador de Investigaciones. Es profesor de la Cátedra de Obstetricia de la Universidad de Panamá y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
 

Ferviente lector y escritor del género negro, con ocho libros (El Efecto Maquiavelo, En los umbrales del Hades, Pena de muerte, La estaca en la cruz, Sacrificio, El canto de las gaviotas, El cactus de madera y Asesinato en Portobelo) y dos colecciones de cuentos (13 gotas de sangre y 13 candidatos para un homicidio) publicados a la fecha. Sus relatos forman partes de diferentes antologías (Escrito en el agua, Pólvora y sangre, Círculo de Lovecraft # 9) y es ganador del Primer Premio de Narrativa Corta (2017) del Panama Horror Film Fest. Osvaldo Reyes coordina la jornada dedicada al género negro en Latinoamérica de la Semana Negra en la Glorieta.