Entrevista con Osvaldo Reyes

Inauguramos en esta VII SEMANA NEGRA EN LA GLORIETA una sección de entrevistas a escritores de novela negra que, a partir de ahora, publicaremos cada mes en Cita en la Glorieta. La sección va a correr a cargo de nuestro admirado Osvaldo Reyes, pero para esta primera entrega se nos ha ocurrido que él, que a partir del mes que viene va a ejercer de diseccionador, podía hacer para esta ocasión el papel de diseccionado. Y, como nuestro querido amigo vale para un roto y un descosío,  en cuanto se lo propusimos se tumbó en la mesa de disección. Así que, sin más preámbulos,  entremos ya en la mente de nuestro primer escritor diseccionado: Osvaldo Reyes


«Disecando la mente del escritor» (I). Entrevista con Osvaldo Reyes por Equipo de Redacción
1. Hablemos de tus inicios. ¿Cómo terminaste escribiendo libros de crímenes y misterios?

Desde que tengo uso de razón me gustó leer. Me inclinaba por los clásicos de aventura. Los libros de Julio Verne, de Salgari, de Stevenson o London fueron mis primeros compañeros. Eso fue hasta que un día descubrí que mi escuela tenía una biblioteca. Fui sin saber qué esperar y lo que me encontré fue a la encargada (la señora Elizabeth) mirándome con curiosidad. Algo debió ver en mis ojos, porque lo siguiente que hizo después de pedirme que me acercara, fue llenar mi tarjeta y prestarme un libro. Era una historia desde el punto de vista de un lagarto en los Everglades. No puedo recordar su nombre, pero me fascinó hasta la última página. Cuando lo regresé y le dije que quería leer más, ella me dejó entrar al depósito donde tenían todos los libros y escoger algo que me llamara. Por alguna razón me atrapó la colección de Los Cinco Pesquisidores de Enid Blyton y ese fue el principio. Me leí la colección entera sin parar. Como el Destino juega con la vida de las personas, justo cuando tenía el último libro en mis manos, una prima me vio y me dijo que debía tratar con Agatha Christie. Me prestó Cianuro espumoso y esa fue una experiencia trascendental en mi vida. Puedo recordar el momento exacto cuando lo terminé y pensé “quiero más”. El género negro me había atrapado y ya no había vuelta atrás.

Un par de años después, ya en secundaria, un profesor de español hizo un concurso en el salón. Teníamos que escribir un cuento, tema libre. Yo, que ya era fanático de
Agatha Christie, escribí una historia que llamé Cuando los peces lloran y descubrí un nuevo mundo. El de la creación de tramas, el imaginar personajes y paisajes. Después de ese día, cada vez que tenía tiempo, inventaba una historia nueva. Siempre de misterio. Las escribía en una vieja computadora, en un programa que ya no existe (Wordstar) y una impresora matricial acompañaba sus nacimientos. Muchos de esos cuentos han desaparecido, pero no el amor a escribir que nació con la experiencia. Heme aquí, décadas después, haciendo lo mismo.

2. Es curioso que menciones a Agatha Christie. Con todos los libros que han pasado por tus manos, leídos o creados, ¿piensas que era una buena escritora o está sobrevalorada?

Siento que mi respuesta va a estar sesgada. Crecí leyendo sus libros y el deseo de escribir nació en mi gracias a ella. Los recuerdos de cada una de sus páginas están demasiado entrecruzados con mis propias huellas mnémicas. Ahora, aun bajo esta advertencia, siento que la evidencia habla por sí sola. Miles de lectores la descubren cada año y quedan atrapados por sus historias. Creo que eso es lo que hace a un escritor inmortal. La capacidad de romper la barrera del tiempo y encantar a generación tras generación.
 
Reconozco que no todos sus libros son buenos, eso es parte del proceso crítico de cualquier lector. Nunca me gustaron los relatos del detective Parker Pyne, detective del corazón (una creación propia de su vena romántica) y algunos de sus últimos libros, los que escribió cuando, por lo menos eso sospechan los expertos, presentaba los primeros estadios de Alzheimer (por ejemplo, La puerta del destino). Sin embargo, todavía puedo tomar uno de sus clásicos, volverlo a leer y disfrutarlo. ¿Les mejoraría algo de tener yo el permiso? Creo que sí. Más profundidad a los personajes secundarios y menos pistas innecesarias, pero eso significaría criticar con un lente moderno a un libro escrito entre 1920 y 1970. Los libros deben ser evaluados en el contexto en que fueron escritos. ¿Había otros escritores de talento en esa época? Por supuesto. Raymond Chandler, por ejemplo, publicó muchos de sus libros entre 1939 y 1959. Eran estilos dispares, sus vivencias provenían de sociedades en lados contrarios del mundo. Lo bello de la literatura es eso. Yo, el día de hoy, puedo leer un libro de la Dama del Crimen y después uno de Chandler y disfrutar ambos. Las razones serán distintas, pero la sonrisa en mis labios será la misma.

3. ¿Quién te influyó más? ¿Agatha Christie o Chandler?

La respuesta es que ambos, pero en momentos diferentes. Cuando empecé a escribir, Agatha fue mi mayor influencia. Me gustaban sus libros con los enigmas y los misterios hasta la última página. Mis primeros cuentos tenían mucho de ella. Luego, cuando escribí mi primer libro, mis principales lecturas venían de Estados Unidos y en ellas era frecuentes la presencia de algún asesino en serie. No es de extrañar que mi primer libro El efecto Maquiavelo gire alrededor de uno de estos personajes. El escenario es un hospital y hay otro misterio por resolver en la trama (
Agatha en acción), pero creo que el escritor se ve influenciado por los libros que lee. Después de que salió publicado ese primer libro, me puse a leer más novela negra de otros países y descubrí todo un mundo. Los españoles no escriben igual que los nórdicos o los griegos. Hay similitudes, pero hay grandes diferencias. En ese proceso descubrí a Chandler y fue toda una revelación. Gracias a él decidí explorar a los otros pilares del género hard boiled, lo que me trajo de vuelta a un estilo de escritores de Estados Unidos muy diferente al que abunda hoy en día.

4. A la hora de desarrollar una trama, ¿de dónde sacas la inspiración?

De lo que me rodea. Nunca se sabe qué puede funcionar como gatillo para una historia. Cuando veo un paraje que pienso puede ser útil en un libro, cuando conozco a alguien con características que merecen ser explotadas en un personaje o veo algo que simplemente me llama la atención, lo guardo en una carpeta de mi computadora para futuros usos. Así mismo, archivo ideas para historias. Puede ser una trama completa o solo el final o el principio. Otras veces, la idea es tan poderosa que la debo usar de una vez. Eso me pasó con El canto de las gaviotas.
Un grupo de jóvenes en una playa jugaron a enterrar a una muchacha en la arena y subieron la foto a internet. Cuando la vi, mi mente desarrolló esa imagen en toda una novela. La imaginé caminando por una playa en el amanecer, las gaviotas de fondo, las olas del mar rozando sus pies. De repente se detiene a sentir el sol... y una escopeta la empuja para que siga caminando. Un hombre enmascarado la lleva a un sitio específico para enterrarla viva. Dejé lo que estaba haciendo y escribí ese primer capítulo. No tenía idea de cómo seguiría la trama o por qué, pero esas páginas tenían fuerza. Recordé un final que tenía archivado y decidí que estos dos conceptos debían ir juntos. El resto es historia.

5. Entonces, ¿no planeas tus tramas?

La mayoría de las veces no lo hago. Con El efecto Maquiavelo planee hasta el último detalle. Tenía un mapa que iba de un capítulo al siguiente. Si en el camino pensaba que algo me faltaba, lo agregaba, pero no me salía del plan trazado. En los siguientes libros tomé un abordaje más liberal. Para El canto de las gaviotas tenía solo el principio y el fin. En Asesinato en Portobelo tenía una guía histórica sobre la cual iban actuando los personajes. Creo que cada libro tiene su forma de abordar el proceso, pero me gusta más no tener un guion. Que la historia crezca por donde le parezca y en el camino voy podando lo que no se necesita.

6. Hablando de Asesinato en Portobelo, tu primera novela histórica, ¿sientes que fue más fácil o más difícil que los demás libros?

Fue más difícil, pero más que nada por el proceso de preparación previa. En la mayoría de los libros puedo ir trabajando sobre la marcha. Si tengo algo que leer o investigar, lo hago y prosigo con la historia. En Asesinato en Portobelo, una novela negra histórica ambientada en Panamá del siglo XVII, tuve que empaparme de un mundo nuevo. Los eventos históricos guían, pero toda la ambientación me era desconocida. Tuve que revisar archivos, artículos de historiadores o arqueólogos, visitar museos (tanto en Panamá como en Jamaica), para tener esos detalles. La vida de un pirata en Port Royal era muy diferente a la de un soldado en Portobelo. Sus formas de ver el mundo eran distintas, sus alimentos variaban. Saber cómo era su día a día, cómo eran sus utensilios más elementales, sus casas, sus calles, de qué lado salía el sol, en fin, esos pequeños detalles que le dan vida a la historia, requiere trabajo e investigación. Tuve que leer cientos de artículos y libros por más de seis años para poder sentirme confiado de que tenía lo mínimo necesario para enfrentarme a ese libro. No me arrepiento del esfuerzo y tengo la ventaja de que, si quiero regresar a las Indias Occidentales (como es mi plan con dos libros más), ya conozco parte del mundo. Espero sea más fácil, pero lo dudo.

7. Tienes 11 libros publicados hasta la fecha. Uno por año. ¿Te cuesta trabajo imaginar una trama?

Ese es un punto sobre el cual no tengo problemas. Siempre ando buscando ideas y cuando las encuentro, lo apunto de una vez en mi computadora o lo grabo en el celular hasta llegar a casa. Tengo un archivo con potenciales libros para las próximas dos décadas. No conozco todos los detalles, pero los suficientes como para tener una idea básica. Cuando termino un manuscrito, si no tengo una idea rondando en mi cabeza, reviso mi archivo y escojo un tema. Lo que me falta es tiempo para escribir.

8. No me extraña. Eres médico y escritor. ¿De dónde sacas el tiempo?

Tengo mi rutina y, al final, todo es un asunto de organización. Cuando estoy trabajando con una historia, escribo un mínimo de 5 páginas por día. Si sacas las cuentas, eso me permite tener un libro de 300 páginas en 2 meses. Después de que tengo ese borrador crudo, entonces lo paso por varios filtros de edición: mi esposa, revisión de audio y dos o tres lecturas adicionales. Solo entonces se los paso al corrector de estilo/editor de turno. El punto es que, en un año, puedo tener un libro listo. Escribo de noche, cuando todos duermen. Los tranques los aprovecho para pensar la historia, para resolver nudos o posibles tramas alternas. Cuando llega la hora de escribir, ya tengo una idea de qué rumbo espero que tome el libro.

9. ¿Usas pluma o computadora para escribir?

Computadora y audio. No es excusa, pero sufro la maldición de la “letra del médico”. Si trato de escribir mis libros en un cuaderno, cuando llega la hora de pasarlos en limpio, muchas veces ni mi propia letra entiendo. Para mí, la llegada de los expedientes electrónicos es una bendición. Es por eso que, para escribir, prefiero usar la computadora. Puedo garabatear una idea o una línea interesante en una factura, pero hasta allí. Como complemento, a veces grabo secciones o capítulos enteros mientras voy manejando. Cuando llego a casa, lo escucho y si me suena bien, entonces lo reescribo. Es un poco redundante, pero siento que el texto queda más pulido cuando lo hago de esta manera.

10. A la hora de investigar, ¿libro físico o digital?

En cuanto a investigaciones, digital. Nunca sé qué información puedo requerir y el mundo digital me permite tener acceso a todo tipo de datos. Además, si lo que requiero es muy técnico, lo mejor es recurrir a revistas del tema. Cada artículo requiere que su autor busque decenas de fuentes para darnos el destilado de lo más importante. De ellas pueden salir joyas útiles al momento de relatar algo. Por ejemplo, para
Asesinato en Portobelo leí cientos de artículos y en uno de ellos, buscando detalles legales de la época, encontré la descripción de la tortura de un prisionero para sacarle una confesión. Pude usar ese proceso como base para una escena de media página en mi historia. Parece poco para una novela de más de 500 páginas, pero esos detalles son los que le dan realismo al libro y espero que el lector aprecie el esfuerzo.

Osvaldo Reyes (Panamá, 1971)
estudió medicina en la Universidad de Panamá y luego se especializó en Ginecología y Obstetricia en la Maternidad María Cantera de Remón. Actualmente labora como médico especialista en la Maternidad del Hospital Santo Tomás, donde también ejerce funciones como Coordinador de Investigaciones. Es profesor de la Cátedra de Obstetricia de la Universidad de Panamá y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
 

Ferviente lector y escritor del género negro, con ocho libros (El Efecto Maquiavelo, En los umbrales del Hades, Pena de muerte, La estaca en la cruz, Sacrificio, El canto de las gaviotas, El cactus de madera y Asesinato en Portobelo) y dos colecciones de cuentos (13 gotas de sangre y 13 candidatos para un homicidio) publicados a la fecha. Sus relatos forman partes de diferentes antologías (Escrito en el agua, Pólvora y sangre, Círculo de Lovecraft # 9) y es ganador del Primer Premio de Narrativa Corta (2017) del Panama Horror Film Fest. Osvaldo Reyes coordina la jornada dedicada al género negro en Latinoamérica de nuestra Semana Negra en la Glorieta. 


 
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