Reseña de «El caso Collini», de Ferdinand von Schirach
Pilar Marín Blesa
 
Ferdinand von Schirach (Múnich, Alemania, 1964), es escritor y jurista alemán. Hijo de un comerciante de Múnich, su abuelo fue Baldur von Schirach (1907-1974), jefe de las Juventudes Hitlerianas y Gauleiter de Viena que fue condenado a veinte años de prisión en los juicios de Nuremberg. Su bisabuela estadounidense es descendiente de dos de los signatarios de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y de los padres fundadores de los Estados Unidos, los peregrinos del Mayflower.
   Cursó estudios de derecho en la ciudad de Bonn, y desde 1994 ejerce como abogado especializado en derecho penal en Berlín, donde se ha ocupado de algunos de los casos más notorios de los últimos años en Alemania y que más interés han suscitado en la opinión pública.
   Es autor de varios libros de cuentos centrados en el crimen, basados en casos que han pasado por su despacho. En 2011 publicó su primera novela, El caso Collini (Der Fall Collini), fenómeno editorial que alcanzó el segundo puesto en la lista de los libros más vendidos.

El caso Collini comienza en un céntrico hotel berlinés. Fabrizio Collini, hombre de edad madura, común y anodino, entra en el vestíbulo, y haciéndose pasar por periodista acude a la habitación de un importante y afamado empresario alemán, al que el visitante, sin mediar palabra, descerraja cuatro tiros en la cabeza, y después de ello le pisotea con saña, dejando un reguero de sangre en el escenario. A continuación se sienta en el recibidor del hotel, hace llamar a la Policía y se sienta a esperarla.  
    
Caspar Leinen es un joven abogado que acaba de comenzar a ejercer. Después de pasar por diversas pasantías en la oficina del Fiscal y en juzgados varios, lleva escasas semanas con su despacho abierto. Una mañana de domingo del mes de mayo es llamado para hacerse cargo de un asesinato dentro del sistema de guardias del Turno de Oficio.
    
El presunto asesino, Collini, es italiano de nacimiento, emigrado a Alemania en la que reside desde hace décadas, soltero, solitario, trabajador durante muchos años en una fábrica y ya jubilado. No tiene amigos ni familia, ni apenas conocidos. Se niega a dar cualquier tipo de explicación sobre lo ocurrido. A ello se une que el asesinado es el patriarca de una familia a la que Leinen conoció y en cierto modo perteneció años atrás, y al que estuvo muy unido personalmente, y la aparición en escena de la única nieta del fallecido, Johanna.
    
La acusación particular está representada por Mattinger, abogado de renombre, curtido, con mucha experiencia y gran conocedor no sólo del Derecho y las leyes, también de la vida y sus avatares. En lugar de verlo como un contrario, el gran abogado, sea por pena, por creerse superior, por condescendencia o simplemente por divertimento, se acerca a Leinen, conversa con él, le invita a eventos e incluso le aconseja: “… le había dicho que tenía que pensar, que las respuestas siempre estaban en el sumario, que sólo había que leerlo bien.
    
Leinen está perdido. Durante la instrucción adquiere renombre en el mundo judicial y sigue visitando a su defendido, pero no tiene hilo del que tirar. Los hechos son meridianamente claros y el acusado permanece en un profundo mutismo. “Cómo defender a un hombre que no quiere defenderse, se decía Leinen”.
 
Comienzan las sesiones del juicio y sigue sin tener ni idea de cómo afrontar el caso. Hasta que una rutinaria conversación con su padre, aficionado a la caza y a las armas, le permite vislumbrar un rayo de luz en las tinieblas. Aprovechando un aplazamiento en el desarrollo de las vistas se dirige a Luisburgo donde durante varios días, en una febril actividad intelectual, se sumerge en archivos llenos de documentos que se remontan a la Segunda Guerra Mundial y a los años posteriores.
    
Y entonces empieza realmente la trama de la novela: el desarrollo del juicio se centra en ese periodo de la historia intercalando entre sesión y sesión hechos decisivos en la vida de su defendido que se remontan al año 1943, cuando Collini tenía nueve años, y se ubican en los alrededores de un pequeño pueblo genovés, durante la dominación nazi.
    
Pero Von Schirach va más allá y nos ofrece una visión histórica, recuperando el ambiente del periodo de ocupación nazi y de las décadas de los  años cincuenta y sesenta del siglo XX: el dictado de leyes que absolvieron a nazis de segundo rango, la reforma del código penal a manos del fiscal y ex nazi Dreher que determinó la prescripción para determinados crímenes, el derecho internacional vigente durante la II Guerra Mundial que permitía el fusilamiento de rehenes, o como las generaciones posteriores, hijos, pero también nietos de los nazis, quedaron consternados y tuvieron que hacer frente a cómo sobrellevar y enfrentar su pasado. Indudablemente narra una historia en la que en cierta forma él mismo es partícipe desde un punto de vista vital, filosófico y moral.
    
De esta manera el autor nos lleva a cuestiones mucho más densas y profundas: los derechos civiles, la amnistía, la herencia del pasado y la revisión histórica, el derecho de defensa, la idea de “Justicia” en su contraposición a la legislación vigente en cada momento, la garantía que para el ciudadano tienen los derechos fundamentales frente al exceso de poder del Estado, el desarrollo del derecho para dar respuesta a la evolución de la sociedad y a sus necesidades. Y Von Schirach lo hace sin prejuzgar abiertamente ni establecer dogmatismos sino dejando libre al lector a través de una novela fascinante y entretenida, concisa y precisa en su terminología y en su desarrollo.
 
Tomándome una licencia en esta reseña, quisiera terminar, en un pequeño guiño a mi profesión, con una frase de la novela que me hizo sonreír, en la que la nieta del asesinado, Johanna, le dice a Leinen:
¿Por qué lo has estropeado todo? Tu oficio es espantoso.” Es un punto de vista. Afortunadamente no es el mío.
 
 


María Pilar Marín Blesa es licenciada en Derecho por la Universidad de Granada. Trabaja como abogada en Marbella.  
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