VOLVER A CASA
Antonio Parra Sanz
Antonio Parra Sanz
Crear un universo narrativo o literario no es fácil, hay que tener unos personajes potentes, un lugar que los acoja y unos compañeros de viaje a los que poder acudir cuando haga falta, y aun así, el éxito nunca está garantizado, porque a todo ello hay que ir sumando interesantes tramas en cada entrega. Todo lo anterior lo ha ido trabajando Estela Chocarro a lo largo de sus novelas, de ahí que el universo de Rebeca Turumbay y Víctor Yoldi se haya instalado en nuestro imaginario y nos permita alegrarnos cada vez que regresamos a Cárcar o a Pamplona, porque ese regreso es como volver a casa.
Esto ya lo teníamos constatado tanto en El próximo funeral será el tuyo como en Nadie ha muerto en la catedral, las dos entregas anteriores de la serie, pero la prueba más fiable de ello está en que, en esta ocasión, el peso de la trama ha recaído en Víctor Yoldi, mientras nos encontramos a una Rebeca refugiada en Florencia tratando de formarse aún más en el complejo territorio de la restauración artística renacentista. Para quien intuya que puede sentirse un poco decepcionado por ese alejamiento de Rebeca, nada más lejos de la realidad, ya tuvimos ocasión de comprobar que esta serie no es pertenencia exclusiva de Rebeca, sino que hay otros cuantos personajes con mucho peso en ella y con mucho que decir, y cuya presencia es la que contribuye de manera decisiva a dar vida a ese universo antes mencionado.
Así que no hay nada que chirríe cuando Víctor toma las riendas de un caso complejo pero muy bien planteado, y aquí volvemos al cuarto elemento que afianza un ambiente literario: la trama. Estela Chocarro ha sido capaz de implicar en esta novela a algunos personajes a los que vimos en la segunda entrega, y hacerles participar en una intriga en la que hay profundos secretos que tocan las más altas esferas del poder navarro, de manera que incluso extienden sus tentáculos hasta el mundo carcelario.
Entre rejas la fidelidad es oro puro, y eso no pueden tolerarlo quienes se empeñan en salvaguardar sus secretos y su poder. Entre rejas también la vida vale poco, por eso una palabra dada se convierte en un bien moral que puede impulsar a una persona a llegar hasta las últimas consecuencias de sus actos. Todo esto es lo que se encontrará Víctor Yoldi, y con ello tratará de avanzar en una investigación que se remonta a un par de décadas atrás, y en la que se topará con amistades que no resultaron tan férreas como se pretendía, y con oscuras tramas de negocios y poder, dos motores capaces de pasar por encima de cualquier sociedad.
Eso sí, Víctor no está solo, y la ausencia de Rebeca la va llenando con la forense Cristina Zudaire, un personaje al que Estela Chocarro ha colocado en más de un brete, y que parece tener mucho más recorrido quizá guardado para futuras entregas. Además, el grupo del geriátrico sigue al pie del cañón, siempre fiel aunque se eche de menos a la ausente Rebeca, y a su manera también le arrojarán un cable al joven periodista.
Y justo cando las cosas se ponen serias, cuando Víctor ha de entrevistarse con los guardianes de los secretos, aparecen también las amenazas, los avisos para abandonar la investigación, la sombra de algún sicario, las muertes que se intentan hacer pasar por accidentes… Pero el mérito del periodista radicará en no ceder, y mucho menos si intuye que Rebeca puede volver a su lado. Lo demás le corresponderá averiguarlo al lector, a quien cabe decirle únicamente que Estela Chocarro lo ha vuelto a hacer, y además se ha guardado la baza de la propia Rebeca, que sin duda tendrá mucho más que contarnos la próxima vez.
Esto ya lo teníamos constatado tanto en El próximo funeral será el tuyo como en Nadie ha muerto en la catedral, las dos entregas anteriores de la serie, pero la prueba más fiable de ello está en que, en esta ocasión, el peso de la trama ha recaído en Víctor Yoldi, mientras nos encontramos a una Rebeca refugiada en Florencia tratando de formarse aún más en el complejo territorio de la restauración artística renacentista. Para quien intuya que puede sentirse un poco decepcionado por ese alejamiento de Rebeca, nada más lejos de la realidad, ya tuvimos ocasión de comprobar que esta serie no es pertenencia exclusiva de Rebeca, sino que hay otros cuantos personajes con mucho peso en ella y con mucho que decir, y cuya presencia es la que contribuye de manera decisiva a dar vida a ese universo antes mencionado.
Así que no hay nada que chirríe cuando Víctor toma las riendas de un caso complejo pero muy bien planteado, y aquí volvemos al cuarto elemento que afianza un ambiente literario: la trama. Estela Chocarro ha sido capaz de implicar en esta novela a algunos personajes a los que vimos en la segunda entrega, y hacerles participar en una intriga en la que hay profundos secretos que tocan las más altas esferas del poder navarro, de manera que incluso extienden sus tentáculos hasta el mundo carcelario.
Entre rejas la fidelidad es oro puro, y eso no pueden tolerarlo quienes se empeñan en salvaguardar sus secretos y su poder. Entre rejas también la vida vale poco, por eso una palabra dada se convierte en un bien moral que puede impulsar a una persona a llegar hasta las últimas consecuencias de sus actos. Todo esto es lo que se encontrará Víctor Yoldi, y con ello tratará de avanzar en una investigación que se remonta a un par de décadas atrás, y en la que se topará con amistades que no resultaron tan férreas como se pretendía, y con oscuras tramas de negocios y poder, dos motores capaces de pasar por encima de cualquier sociedad.
Eso sí, Víctor no está solo, y la ausencia de Rebeca la va llenando con la forense Cristina Zudaire, un personaje al que Estela Chocarro ha colocado en más de un brete, y que parece tener mucho más recorrido quizá guardado para futuras entregas. Además, el grupo del geriátrico sigue al pie del cañón, siempre fiel aunque se eche de menos a la ausente Rebeca, y a su manera también le arrojarán un cable al joven periodista.
Y justo cando las cosas se ponen serias, cuando Víctor ha de entrevistarse con los guardianes de los secretos, aparecen también las amenazas, los avisos para abandonar la investigación, la sombra de algún sicario, las muertes que se intentan hacer pasar por accidentes… Pero el mérito del periodista radicará en no ceder, y mucho menos si intuye que Rebeca puede volver a su lado. Lo demás le corresponderá averiguarlo al lector, a quien cabe decirle únicamente que Estela Chocarro lo ha vuelto a hacer, y además se ha guardado la baza de la propia Rebeca, que sin duda tendrá mucho más que contarnos la próxima vez.
Antonio Parra Sanz (Madrid, 1965)
es
profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES “Mediterráneo” de
Cartagena, profesor de Escritura Creativa en ISEN Centro Universitario.
Ejerce como crítico literario del suplemento cultural Ababol, del diario
La Verdad, y de la revista Sólo Novela Negra, es miembro del Grupo
Promotor del Proyecto Mandarache de Jóvenes Lectores y también del ELACT
(Encuentro Literario de Autores en Cartagena). Es uno de los
organizadores de Cartagena Negra (CTN). En su blog www.gomesycia.blogspot.com ejerce la crítica literaria y desgrana la actualidad con artículos de opinión.
Ha publicado las novelas de la serie Sergio Gomes Ojos de fuego y La mano de Midas (Premio Libro Murciano del año 2015); Acabo de matar a mi editor y Dos cuarenta y nueve. Es autor de los libros de relatos Desencuentros, El sueño de Tántalo, Polos opuestos, Cuentos suspensivos y Malas artes. Es autor también de los volúmenes de artículos La linterna mágica y Butaca de patio; y del ensayo Tres heridas (Aproximación didáctica a la Antología poética de Miguel Hernández), así como del guión cinematográfico Mala reputación.
Ha publicado las novelas de la serie Sergio Gomes Ojos de fuego y La mano de Midas (Premio Libro Murciano del año 2015); Acabo de matar a mi editor y Dos cuarenta y nueve. Es autor de los libros de relatos Desencuentros, El sueño de Tántalo, Polos opuestos, Cuentos suspensivos y Malas artes. Es autor también de los volúmenes de artículos La linterna mágica y Butaca de patio; y del ensayo Tres heridas (Aproximación didáctica a la Antología poética de Miguel Hernández), así como del guión cinematográfico Mala reputación.