Reseña de «El misterio del cuarto amarillo», de Gaston Leroux
Maya Velasco
Maya Velasco
«El misterio del cuarto amarillo» de Gaston Leroux es uno de los clásicos de referencia en la novela negra europea. Continúa la corriente comenzada por Edgar Allan Poe (Auguste Dupin), Arthur Conan Doyle (Sherlock Holmes) o Émile Gaboriau (inspector Lecoq). Si bien Leroux, ridiculiza sus métodos y personajes en esta novela.
En el castillo de Glandier, alguien intenta matar a Mathilde Stangerson, hija de un famoso científico, en una habitación totalmente cerrada desde dentro, el cuarto amarillo. Allí acuden para aclarar el misterio el detective Larsan y el joven reportero Joseph Routabille acompañado de su amigo Sinclair.
Una de las peculiaridades de «El misterio del cuarto amarillo» es que las narraciones de habitación cerrada suelen ser relatos cortos, pero en esta ocasión Leroux logra crear toda una red de acontecimientos que lo hacen relativamente largo. El estilo es claro y en parte nos recuerda a la nóvela gótica, ya que la acción transcurre en un castillo, el ambiente es oscuro, lleno de recodos en el jardín y elementos que, en principio, parecen sobrenaturales.
La narración corre a cuenta del abogado Sinclair que utiliza además de la observación directa de los hechos, periódicos, relatos de algunos de los personajes, ofreciéndonos así distintos puntos de vista sobre el suceso.
Pero además de ser un referente en los misterios de la habitación cerrada, es también ejemplo de la novela enigma. El relato se desarrolla dentro de un espacio cerrado en el que se produjo el suceso, los personajes, descubren el misterio acudiendo a la deducción. En estas novelas hay siempre elementos que parecen fantásticos y luego pueden explicarse de forma racional. Este elemento sobrenatural produce un efecto desasosegante al lector, ya que el patrón sería una trama basada en la razón:
El protagonista, Rouletabille, es un personaje algo ridículo, siempre rojo y con la cabeza como una bola. Sin embargo, tiene una lógica brillante, observa las pistas físicas, pero basa todo su trabajo en la reflexión. Parte de este personaje refleja el trabajo del propio Leroux como periodista de investigación, realzando el trabajo periodístico en contraposición al de la policía.
Rouletabille planea toda una serie de estratagemas para atrapar al culpable. Una de las escenas mas conseguidas en aquella en la que habiendo personas vigilando una galería, el asesino desaparece entre sus manos.
El famoso inspector Frédéric Larsan, uno de los mejores detectives de Francia, será en encargado oficial de la investigación.
Robert Darzac, prometido de Mathilde, a pesar de ser acusado del intento de asesinato, guarda celosamente los secretos de la víctima.
Hay toda una serie de personajes secundarios que participan en alguna medida en el caso, los criados Bernier, el tío Jacques, el guardabosques,… En general los personajes se pintan con leves pinceladas. Más bien nos dejan conocerlos a través de sus actos. Son antitéticos (policía-investigación privada, sospechosos-no sospechosos) y no varían a lo largo de la historia.
El final se produce en un juicio en el que R aparecerá por sorpresa y desvelará la verdadera identidad del culpable entre ovaciones del público. Es esta una historia absolutamente desconcertante y muy bien construida. El cuarto amarillo está totalmente cerrado, no hay pasajes ni aberturas. Dentro está todo revuelto, hay una pistola y un hueso de cordero que se utilizó para atacar a Mathilde, una boina. El culpable parece esfumarse fantasmagóricamente a la vista de todos los presentes. Pero todo tiene que responder a una lógica.
Merece la pena recrearse en esta creación de la corriente europea de la novela negra, dejarse llevar por la acción, asustarse y hasta reírse:
En el castillo de Glandier, alguien intenta matar a Mathilde Stangerson, hija de un famoso científico, en una habitación totalmente cerrada desde dentro, el cuarto amarillo. Allí acuden para aclarar el misterio el detective Larsan y el joven reportero Joseph Routabille acompañado de su amigo Sinclair.
Una de las peculiaridades de «El misterio del cuarto amarillo» es que las narraciones de habitación cerrada suelen ser relatos cortos, pero en esta ocasión Leroux logra crear toda una red de acontecimientos que lo hacen relativamente largo. El estilo es claro y en parte nos recuerda a la nóvela gótica, ya que la acción transcurre en un castillo, el ambiente es oscuro, lleno de recodos en el jardín y elementos que, en principio, parecen sobrenaturales.
La narración corre a cuenta del abogado Sinclair que utiliza además de la observación directa de los hechos, periódicos, relatos de algunos de los personajes, ofreciéndonos así distintos puntos de vista sobre el suceso.
Pero además de ser un referente en los misterios de la habitación cerrada, es también ejemplo de la novela enigma. El relato se desarrolla dentro de un espacio cerrado en el que se produjo el suceso, los personajes, descubren el misterio acudiendo a la deducción. En estas novelas hay siempre elementos que parecen fantásticos y luego pueden explicarse de forma racional. Este elemento sobrenatural produce un efecto desasosegante al lector, ya que el patrón sería una trama basada en la razón:
”¡Evidentemente, no!¡Si no podía estar, es que no estaba!¡Señor Presidente, hay que apoyarse siempre en el lado bueno de la razón!”Otro de los factores que mantiene en vilo al lector, es por qué algunos de los personajes, en especial Mathilde, no acceden a decir la verdad de lo que saben, ya que ella sabe perfectamente quién es el asesino. Entonces sobreviene un segundo ataque.
El protagonista, Rouletabille, es un personaje algo ridículo, siempre rojo y con la cabeza como una bola. Sin embargo, tiene una lógica brillante, observa las pistas físicas, pero basa todo su trabajo en la reflexión. Parte de este personaje refleja el trabajo del propio Leroux como periodista de investigación, realzando el trabajo periodístico en contraposición al de la policía.
Rouletabille planea toda una serie de estratagemas para atrapar al culpable. Una de las escenas mas conseguidas en aquella en la que habiendo personas vigilando una galería, el asesino desaparece entre sus manos.
El famoso inspector Frédéric Larsan, uno de los mejores detectives de Francia, será en encargado oficial de la investigación.
Robert Darzac, prometido de Mathilde, a pesar de ser acusado del intento de asesinato, guarda celosamente los secretos de la víctima.
Hay toda una serie de personajes secundarios que participan en alguna medida en el caso, los criados Bernier, el tío Jacques, el guardabosques,… En general los personajes se pintan con leves pinceladas. Más bien nos dejan conocerlos a través de sus actos. Son antitéticos (policía-investigación privada, sospechosos-no sospechosos) y no varían a lo largo de la historia.
El final se produce en un juicio en el que R aparecerá por sorpresa y desvelará la verdadera identidad del culpable entre ovaciones del público. Es esta una historia absolutamente desconcertante y muy bien construida. El cuarto amarillo está totalmente cerrado, no hay pasajes ni aberturas. Dentro está todo revuelto, hay una pistola y un hueso de cordero que se utilizó para atacar a Mathilde, una boina. El culpable parece esfumarse fantasmagóricamente a la vista de todos los presentes. Pero todo tiene que responder a una lógica.
Merece la pena recrearse en esta creación de la corriente europea de la novela negra, dejarse llevar por la acción, asustarse y hasta reírse:
“Durante meses el mundo entero buscó la solución a aquel oscuro problema, el más oscuro, a mi parecer, que jamás se haya propuesto a la perspicacia de nuestra policía y planteado a la conciencia de nuestros jueces”
Nací en Madrid (1962) y crecí rodeada de libros. Estudié Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid.
Al terminar la carrera, impartí clases de literatura española a través
de una ONG realizando dos de mis sueños que son compaginar mi pasión por
la literatura con la enseñanza, compartiendo lo que esta me aportaba
con ellos. En este periodo también organizaba obras de teatro en las que
actuaban sus alumnos. Actualmente trabajo en un Despacho de Abogados de
Madrid y escribo reseñas literarias para la Semana Negra en la Glorieta.